Educar para la vida, para ser felices. Es el objetivo al que el señor Kanamori pretende llegar con su peculiar manera de impartir sus clases. A través de inculcar a los escolares unos principios sociales hace reflexionar a los alumnos sobre sus propios errores y su vulnerabilidad con la pretensión de potenciar su personalidad individual para sacar el máximo provecho de su ser de cara al futuro, además de pomover valores como la unidad y la empatía, ingrediente esencial para lograr esa unidad gracias al entendimiento de los sentimientos de los demás.
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